Capítulo XVI | Tu visión errada de la felicidad

A veces pienso en la felicidad y en lo errada que pueden estar algunas personas (amigas y familiares) al vivir pensando que el perdonar un daño (reiteradamente) enmendará las heridas que han ido dañando el alma.

Conozco a alguien cercana a mí; joven, simpática y de una sonrisa auténtica aunque es muy inestable, depresiva y dependiente emocional. Ella lleva lidiando con un enamorado inmerso en el mundo del gimnasio, las proteínas, los amigos que venden weed, el consumo del mismo, la depresión y el machismo cultural por parte de su familia. Un tipo malcriado, arrogante, todo un perfil narciso, propio de una familia disfuncional por culpa de un padre drogadicto y maltratador.

Pero, ¿por qué mi familiar puede estar con alguien así?. Puedo resumirlo en una palabra: “bullying”.

Ella, a quien le pondremos un nombre al azar: Diana, siempre fue llenita, de cachetes redondos, la popular gordita del salón. Pero sus compañeritos, alumnos de un colegio religioso e hipócrita la llamaban «ballena», «tanque», «tractor», «hipopótamo», «la gorda blancona». Con solo mencionar que ella llegaba a fajarse todas las noches pidiendo a Dios amanecer delgada, cosa que sus padres nunca se enteraron porque no pudieron ver mas allá de aquel comportamiento adolescente propio de la edad. Es una etapa, pensaban.

Sus padres nunca se empaparon del verdadero problema y lo que más adelante eso traería, la formación de una persona acomplejada y con un autoestima en el inframundo.

Convivir en algún momento con una persona así me ha hecho ver las cosas de otra perspectiva. Al ser alguien que también pasó por lo mismo (pero que llegó a madurar emocionalmente), intenté evitar involucrarme con «malas juntas», con vicios, problemas, para así llevar una vida que en teoría podría describirla como tranquila.

Todos en algún momento hemos pasado por tristezas, todos; pero depende de cada uno para salir de aquel hoyo sentimiental que te carcome. Todo en la vida tiene un límite. Imagino que Diana aún no lo descubre. Es difícil salir de una depresión de años, pero tampoco es imposible.

Hoy vivo en una casa propia, y a pesar de ser alguien solitario he llegado a controlar mis emociones, meditando, leyendo, escribiendo o incluso bailando, porque pienso que no puede haber situación penosa que vacile tu tranquilidad, esa de la que muchas veces es difícil encontrar pero que vale la pena el esfuerzo y dedicación por conseguirla. No mentiré, existen momentos de soledad y frustración, momentos de tristeza que permito que lleguen a mí porque es parte de la vida pasar por estas emociones, sin embargo no dejo que tomen rienda a mi vida completa.

Basta de gastar energías en personas que no quieren ayudarse, porque uno mismo también se agobia, se carga. Todos merecemos una vida menos intensa, más alegre. Pronto los pensamientos tristes y lamentables (cuando se ve que todo el círculo se repite y nunca termina) se irán atenuando y se perderá el interés, aunque la fe nunca. Ánimos, todo pasa!.

He llegado a comprobar que la salud mental es lo más importante que alguien puede tener. El estar estable emocionalmente, el aceptarse, es un trabajo constante. Todos tenemos inseguridades y tenemos que aprender a convivir con ellas. Pero lo más importante es amarse para poder dar amor sino no se puede. Diana no está bien, está enferma, ella tiene una visión errada de la felicidad.

4 comentarios sobre “Capítulo XVI | Tu visión errada de la felicidad

  1. Muy cierto, todos de alguna manera tenemos problemas y algunos más profundos que otros, pero en cada uno está como siempre digo «dominar la mente», porque uno mismo sabe a qué tiene miedo y cómo lidiar con ellos, porque nos conocemos y por ende sabemos nuestras fortalezas. ¡No estás solo Luisin! #TodoPasará #DiosConNosotros 🙏🤗

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  2. Mucha fuerza, qué hermoso que seas ese tipo de hermano. Yo amo a mi hermano y sé que quiso hacer todo lo posible, pero ni yo misma sabía sobre la depresión que por años estuvo subyacente. Gracias al psiquiatra y a los psicólogos hoy estoy mejor, me he dado cuenta que los dos últimos años he dicho que han sido mis mejores años, coincidentemente son los dos años de tratamiento que llevo.
    Te mando un fuerte abrazo, no te rindas.

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